En la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla se encuentra el Laboratorio de Tecnología Microalgas más grande e importante de Colombia.
Desde allí es donde se produce el remedio que comenzó ayudar a curar a cuerpos de agua enfermos que agonizan por la contaminación.
El principio pareciera que es sencillo. Se trata de aprovechar la capacidad que tienen algunas especies de microalgas de consumir contaminantes.
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Una vez son seleccionadas se les lleva al laboratorio, dónde, a través de un proceso de bioaumentación, se les aumenta de tamaño y reproducen, para luego ser replantadas en el cuerpo de agua de donde fueron extraídas y allí realicen su trabajo.
Es un proceso que lleva nueve años de estudios y pruebas, explica el investigador Jaime Gutiérrez Fonseca, quien cuenta que iniciaron bajo la orientación de profesores de la India, en donde este tipo de procesos lleva años aplicándose.
Lograron desarrollar pruebas en sectores del embalse de El Guájaro, el arroyo León y la ciénaga de Mallorquín, en el Atlántico, donde se consiguieron importantes logros.
Las microalgas han sido tan efectivas en este proceso de recuperación de la Ciénaga Santiago Apóstol y del Arroyo Grande de Corozal
Pero la prueba de fuego fue la Ciénaga Santiago Apóstol y del Arroyo Grande de Corozal, en el municipio de San Benito Abad (Sucre), donde por medio de microalgas, en tres meses y medio, se logró revivir este ecosistema hídrico que durante años sufrió por el vertimiento de aguas negras.
Para desarrollar este proyecto se construyó una planta de ficocultivo, considerada la más grande de Latinoamérica, con capacidad para producir unos 10.000 galones diarios de concentrado de microalgas que son inoculadas en la parte baja de la cuenca del Arroyo Grande, el cual vierte a la Ciénaga de Santiago Apóstol.
Esta es la planta de ficocultivo, considerada como la más grande de Latinoamérica, que se montó para el proyecto de Ficosucre .
“Las microalgas han sido tan efectivas en este proceso de recuperación de la Ciénaga Santiago Apóstol y del Arroyo Grande de Corozal”, dijo Natalia Acuña, del equipo de investigadores de la iniciativa.
Hasta ahora, la contaminación por carga orgánica de aguas residuales se redujo a la mitad y de bacterias nocivas, en un 90 por ciento. Previo a este proceso, la ciénaga tenía un nivel 25 de contaminación, que equivale a cuatro veces más del límite.
En el laboratorio de la Unisimón se realizan los estudios científicos y la selección inicial de los conglomerados de microalgas que se utilizan en el cuerpo de agua.
El doctor Jaime Gutiérrez es uno de los investigadores del proyecto.
El proyecto, denominado Ficosucre, fue reconocido como el mejor proyecto ambiental de Latinoamérica, en la categoría Agua, entre 2.540 inscritos de 25 países.
La iniciativa fue desarrollada por las universidades Simón Bolívar, Los Andes, y de Sucre, con la participación de las empresas Phycore y Coschool, y fue financiado con recursos de las regalías de la Gobernación de Sucre.
Propuesta para atender otras ciénagas
La experiencia de Ciénaga Santiago Apóstol y del Arroyo Grande de Corozal pretende ahora ser replicada en Barranquilla en la ciénaga de Mallorquín, espejo de agua donde el Distrito le apuesta a construir un ecoparque.
El investigador Jaime Gutiérrez Fonseca contó que ya le hicieron la propuesta a la Alcaldía de Barranquilla, para aplicar este sistema de limpieza en la ciénaga, que lleva años presentando serios problemas ambientales.
La alcaldía de Barranquilla estudia en estos momentos la propuesta presentada para aplicar la tecnología de las microalgas en la ciénafa de Mallorquín.
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“En esta ciénaga hay más de 20 tipos de contaminantes”, dijo Gutiérrez quien confía en que a través del sistema de las microalgas se puede recuperar este cuerpo de agua.
La propuesta también incluye el arroyo León, que vierte aguas, en gran parte contaminada, a la ciénaga de Mallorquín.
“Esta tecnología de punta hecha en casa está demostrando resultados sorprendentes en lo que a descontaminación de aguas se refiere, además de que es amigable con el ambiente, mucho más barata que las tecnologías tradicionales y nos da la posibilidad de producir energía a partir de las biomasas que resultan del proceso de biorremediación”, explicó José Rafael Consuegra, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de Unisimón y director de su grupo de investigación de Biotecnología e Innovación.
Incluir a la comunidad
Un aspecto clave de este tipo de intervenciones es la labor con la comunidad, cuyo papel es importantes para que el proyecto avance y se sostenga en el tiempo.
En el Arroyo Grande de Corozal y la Ciénaga Santiago Apóstol se trabajó con 130 líderes y jóvenes del municipio de San Benito de Abad. El proyecto logró integrar sus saberes sobre la ciénaga y los motivó a liderar acciones para su conservación, al tiempo que les permite aprender sobre el proceso de ficorremediación con microalgas.
“Desde la escuela, los estudiantes han diseñado intervenciones ambientales para que sus compañeros, familias y vecinos comprendan el problema de la contaminación y cambien hábitos en pro de conservar la ciénaga”, explicó Paola Amar Sepúlveda, vicerrectora de Investigación, Extensión e Innovación de Unisimón.
Debido a los resultados, desde la Gobernación de Sucre se contempla una segunda etapa dirigida a descontaminar otros cuerpos de agua de la subregión de La Mojana. Los líderes del proyecto, además, trabajan en la identificación de fuentes de financiación internacional.
Leonardo Herrera Delgans
Corresponsal de EL TIEMPO
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